Alma o Mente

ALMA
El uso dado en el contexto bíblico a los términos originales (heb. né·fesch [נֶפֶשׁ]; gr.psy·kjḗ [ψυχή]) muestra que la palabra “alma” se refería tanto a una persona como a un animal o a la vida que hay en ambos.
Sin embargo, la idea que la palabra “alma” comunica hoy a la mayoría de la gente no concuerda con el significado de los términos hebreo y griego que emplearon los escritores bíblicos inspirados. Este es un hecho cada vez más reconocido. Ya en 1897, después de un análisis detallado del uso de né·fesch, el profesor C. A. Briggs hizo la siguiente observación en el Journal of Biblical Literature (vol. 16, pág. 30): “El uso que en la actualidad se le da en inglés a la palabra alma por lo general transmite un significado muy diferente de נפשׁ [né·fesch] en hebreo, y es fácil que el lector incauto la interprete mal”. Lo mismo pudiera decirse respecto al uso de la palabra “alma” en nuestro idioma.
Más recientemente, cuando la Sociedad de Publicaciones Judías de América editó una nueva traducción de la Torá —los cinco primeros libros de la Biblia—, el jefe de redacción, H. M. Orlinsky, de la universidad Hebrew Union, dijo que la palabra “alma” casi se había eliminado de dicha traducción porque “la palabra hebrea que se trata aquí es ‘nefesch’”. Añadió que ‘otros traductores habían interpretado que esta significa “alma”, algo completamente inexacto. La Biblia no dice que tengamos un alma. “Nefesch” es la persona misma, su necesidad de alimentarse, la mismísima sangre de sus venas, su propio ser’. (The New York Times, 12 de octubre de 1962.)
¿Cuál es el origen de la doctrina de la invisibilidad e inmortalidad del alma humana?
La dificultad estriba en que los significados que se suelen atribuir a la palabra “alma” no se derivan principalmente de las Escrituras Hebreas o de las Griegas Cristianas, sino de la antigua filosofía griega, que en realidad es pensamiento religioso pagano. El filósofo griego Platón, por ejemplo, puso en boca de Sócrates las siguientes palabras: “El alma, [...] que se separa pura, sin arrastrar nada del cuerpo, [...] se va hacia lo que es semejante a ella, lo invisible, lo divino, inmortal y sabio, y al llegar allí está a su alcance ser feliz, apartada de errores, insensateces, terrores, [...] y de todos los demás males humanos, [...] para pasar de verdad el resto del tiempo en compañía de los dioses”. (Fedón, 80 d, e; 81 a.)
En contraste directo con la enseñanza griega de que psy·kjé (alma) es inmaterial, intangible, invisible e inmortal, las Escrituras muestran que cuando psy·kjḗ né·fesch se utilizan con respecto a las criaturas terrestres, ambas se refieren a lo que es material, tangible, visible y mortal.
La New Catholic Encyclopedia (1967, vol. 13, pág. 467) dice: “Nepes [né·fesch] es un término mucho más abarcador que nuestro vocablo ‘alma’, pues significa vida (Éx 21.23;Dt 19.21) y sus diversas manifestaciones vitales: respiración (Gé 35.18; Job 41.13[21]), sangre (Gé 9.4; Dt 12.23; Sl 140[141].8), deseo (2Sa 3.21; Pr 23.2). El alma en el AT [Antiguo Testamento] no significa una parte del hombre, sino el hombre completo: el hombre como ser viviente. De manera similar, en el NT [Nuevo Testamento] significa la vida humana: la vida de la persona, el sujeto consciente (Mt 2.20; 6.25; Lu 12.22-23;14.26; Jn 10.11, 15, 17; 13.37)”.
La traducción católica romana The New American Bible, en su “Glosario de términos de la teología bíblica” (págs. 27, 28), dice: “En el Nuevo Testamento, ‘salvar uno su alma’ (Mr 8:35) no significa salvar alguna parte ‘espiritual’ del hombre, como algo en oposición a su ‘cuerpo’ (en el sentido platónico), sino a la persona completa, destacando el hecho de que la persona vive, desea, ama y ejerce su voluntad, etc., además de ser algo concreto y físico” (publicada por P. J. Kenedy & Sons, Nueva York, 1970).
Né·fesch viene de una raíz que significa “respirar”, y en un sentido literal se podría traducir como “un respirador”. El Lexicon in Veteris Testamenti Libros (de Koehler y Baumgartner, Leiden, 1958, pág. 627) la define como “la sustancia que respira, que hace del hombre y del animal seres vivientes Gé 1:20, el alma (estrictamente diferente de la noción griega del alma), el asiento de la cual es la sangre Gé 9:4f; Le 17:11; Dt 12:23: (249 veces) [...] alma = ser viviente, individuo, persona”.
La palabra griega psy·kjḗ se define en los léxicos griego-inglés como “vida”, y “el ser o lapersonalidad consciente como centro de las emociones, deseos y afectos”, “un ser vivo”, y esos léxicos muestran que ese término se usó para referirse a “animales” no solo en la Biblia, sino en obras griegas. Por supuesto, como esas fuentes tratan principalmente de los escritos griegos clásicos, también incluyen todos los significados que los filósofos griegos paganos dieron a esa palabra, como: “espíritu difunto”, “el alma inmortal e inmaterial”, “el espíritu del universo” y “el principio inmaterial del movimiento y la vida”. Seguramente, el término psy·kjḗ también se aplicaba a la “mariposa” “polilla”, criaturas que experimentan una metamorfosis, transformándose de oruga en criatura alada, debido a que algunos de los filósofos paganos enseñaron que el alma salía del cuerpo al momento de morir. (Greek-English Lexicon, de Liddell y Scott, revisión de H. Jones, Oxford, 1968, págs. 2026, 2027; New Greek and English Lexicon, de Donnegan, 1836, pág. 1404.)
Los escritores griegos antiguos aplicaron psy·kjḗ de diversas maneras inconsecuentes, pues sus filosofías personales y religiosas influían en el uso que le daban a dicho término. De Platón, a cuya filosofía se pueden atribuir (como por lo general se reconoce) las ideas comunes en cuanto al “alma”, se dice: “Mientras que a veces habla de una de las [supuestas] tres partes del alma, la ‘inteligente’, como una necesariamente inmortal, mientras que las otras dos son mortales, también habla como si hubiera dos almas en un cuerpo: una inmortal y divina, y otra mortal”. (“Thoughts on the Tripartite Theory of Human Nature”, de A. McCaig, en The Evangelical Quarterly, Londres, 1931, vol. 3, pág. 121.)
En vista de esta inconsecuencia en los escritos no bíblicos, es imprescindible dejar que las Escrituras hablen por sí mismas, mostrando lo que los escritores inspirados querían decir cuando utilizaban el término griego psy·kjḗ o el hebreo né·fesch. Este último aparece 754 veces en el texto masorético de las Escrituras Hebreas y psy·kjḗ aparece 102 veces en el texto de Westcott y Hort de las Escrituras Griegas Cristianas; en total, 856 veces. (Véase el apéndice de la NM, págs. 1572, 1573.) Debido a este uso frecuente, es posible determinar con exactitud el sentido que tenían estas voces para los escritores bíblicos inspirados y el que deberían transmitir al lector moderno. Al efectuar este examen, se observa que, a pesar del sentido amplio de estos términos y sus diferentes matices, no hay inconsecuencia ni confusión entre los escritores bíblicos en lo relacionado con la naturaleza del hombre, como sucedió entre los filósofos griegos del llamado período clásico.
Las primeras almas terrestres. Né·fesch aparece por primera vez en Génesis 1:20-23. En el quinto “día” creativo Dios dijo: “‘Enjambren las aguas un enjambre de almas vivientes [né·fesch], y vuelen criaturas voladoras por encima de la tierra [...]’. Y Dios procedió a crear los grandes monstruos marinos y toda alma viviente [né·fesch] que se mueve, los cuales las aguas enjambraron según sus géneros, y toda criatura voladora alada según su género”. Con referencia al sexto “día” creativo, né·fesch se aplica de manera similar al “animal doméstico y animal moviente y bestia salvaje de la tierra”, pues se dice que son “almas vivientes”. (Gé 1:24.)
En las instrucciones que Dios dio al hombre después de crearlo, utilizó de nuevo el término né·fesch para referirse a la creación animal: “Todo lo que se mueve sobre la tierra en que hay vida como alma [literalmente, en lo que hay alma viviente (né·fesch)]”. (Gé 1:30.) Otros pasajes donde se designa así a los animales son: Génesis 2:19; 9:10-16; Levítico 11:10, 46; 24:18; Números 31:28; Ezequiel 47:9. Ha de notarse que las Escrituras Griegas Cristianas también aplican la palabra griega psy·kjḗ a animales, como en Revelación 8:9 y Rev 16:3, donde se utiliza con relación a las criaturas del mar.
Por tanto, las Escrituras muestran con claridad que né·fesch psy·kjḗ se utilizan para designar a la creación animal inferior al hombre. No obstante, veremos que estos mismos términos también aplican al hombre.
El alma humana. Exactamente la misma expresión hebrea que se usa para la creación animal, a saber, né·fesch jai·yáh (alma viviente), se aplica a Adán cuando se dice que después que Dios formó al hombre del polvo del suelo y sopló en sus narices el aliento de vida, “el hombre vino a ser alma viviente”. (Gé 2:7.) El hombre era diferente de la creación animal, pero esa distinción no se debía a que él fuese un né·fesch (alma) y los animales no, sino más bien, a que, como muestra el registro, solo el hombre fue creado “a la imagen de Dios”. (Gé 1:26, 27.) Se le creó con cualidades morales como las de Dios, y muy superior a los animales en poder y sabiduría; por consiguiente, podía tener en sujeción a todas las formas inferiores de vida animal. (Gé 1:26, 28.) El organismo del hombre era más complejo y versátil que el de los animales. (Compárese con 1Co 15:39.) Además, Adán tenía la perspectiva de vivir para siempre, aunque luego la perdió, algo que nunca se ha dicho de las criaturas inferiores al hombre. (Gé 2:15-17; 3:22-24.)
Es verdad que el relato dice que ‘Dios procedió a soplar en las narices del hombre aliento [una forma de nescha·máh] de vida’, mientras que no se dice lo mismo de la creación animal. Sin embargo, hay que tener presente que el relato de la creación del hombre es mucho más detallado que el de la creación de los animales. Además, en Génesis 7:21-23se narra la destrucción que el Diluvio causó a “toda carne” que estaba fuera del arca, tanto a los animales como a las personas, y entonces dice: “Todo lo que tenía activo en sus narices el aliento [una forma de nescha·máh] de la fuerza de vida, a saber, cuanto había en el suelo seco, murió”. Es obvio que el aliento de vida de las criaturas animales también vino originalmente del Creador, Jehová Dios.
El “espíritu” (heb. rú·aj; gr. pnéu·ma) o fuerza de vida del hombre tampoco es distinto de la fuerza de vida de los animales, pues Eclesiastés 3:19-21 dice que “todos tienen un solo espíritu [werú·aj]”.
El alma: una criatura viva. El relato dice que el hombre “vino a ser alma viviente”; por lo tanto, el hombre era un alma, no tenía un alma inmaterial, invisible e intangible que residiera dentro de él. El apóstol Pablo muestra que la enseñanza cristiana no difería de la enseñanza hebrea primitiva, pues cita de Génesis 2:7 y dice: “Así también está escrito: ‘El primer hombre, Adán, llegó a ser alma viviente [psy·kjḗn zṓ·san]’. [...] El primer hombre procede de la tierra y es hecho de polvo”. (1Co 15:45-47.)
En Génesis se muestra que el alma viviente resulta de la combinación del cuerpo terrestre con el aliento de vida. La expresión “aliento de la fuerza de vida [literalmente, aliento del espíritu, es decir, fuerza activa (rú·aj)de vida]” (Gé 7:22) indica que la fuerza de vida o “espíritu” que hay en todas las criaturas, tanto humanas como animales, se sostiene por medio de la respiración (al aspirar el oxígeno del aire). Esta fuerza de vida se halla en toda célula del cuerpo de la criatura, como se considera en los artículosESPÍRITUVIDA.
Como el término né·fesch se refiere a la criatura misma, deberían atribuirse a esta palabra las funciones o características normales propias de criaturas físicas. Este es precisamente el caso en las Escrituras. Se dice que né·fesch (alma) come carne, grasa, sangre o cosas materiales similares (Le 7:18, 20, 25, 27; 17:10, 12, 15; Dt 23:24); tiene hambre o desea con vehemencia alimento y bebida (Dt 12:15, 20, 21; Sl 107:9; Pr 19:15;27:7; Isa 29:8; 32:6; Miq 7:1); es engordada (Pr 11:25); ayuna (Sl 35:13); toca cosas inmundas, tal como un cuerpo muerto (Le 5:2; 7:21; 17:15; 22:6; Nú 19:13); es ‘secuestrada’ o ‘alguien se apodera de ella como prenda’ (Dt 24:6, 7); hace trabajo (Le 23:30); se refresca con agua fría cuando está cansada (Pr 25:25); es comprada (Le 22:11; Eze 27:13); dada como ofrenda para cumplir un voto (Le 27:2); es puesta “en hierros” (Sl 105:18); se desvela (Sl 119:28), y lucha por aliento (Jer 15:9).
Puede observarse que en muchos textos se hace referencia a “mi alma”, “tu alma”, “su alma”, etc. Esto es debido a que né·fesch psy·kjé pueden significar la persona misma como alma. Por lo tanto, a menudo es posible expresar el sentido del término por medio de pronombres personales. En cuanto a esto, el Lexicon in Veteris Testamenti Libros(pág. 627) explica que “mi néphesh” significa “yo” (Gé 27:4, 25; Isa 1:14); “tu néphesh”significa “tú” (Gé 27:19, 31; Isa 43:4; 51:23); “el néphesh de él” significa “él, él mismo” (Nú 30:2; Isa 53:10); “el néphesh de ella” significa “ella, ella misma” (Nú 30:5-12), etc.
El término griego psy·kjḗ se utiliza de manera similar. El Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento (de W. E. Vine, vol. 1, pág. 79), da como uno de sus usos: “(i) el equivalente a los pronombres personales, utilizado para énfasis y efecto: 1.⁠apersona, Jn 10:24 (‘nosotros’); Heb 10:38; cp. Gn 12:13; NmNú 23:10; Jue 16:30; Sal 120:2 (‘me’); 2.⁠persona, 2 Co 12:15; Heb 13:17”, etc.
Representa la vida como criatura. Tanto né·fesch como psy·kjḗ también se utilizan para referirse a vida, no tan solo como una fuerza o principio abstracto, sino vida como criatura, humana o animal.
Así, cuando Raquel estaba dando a luz a Benjamín, su né·fesch (“alma” o vida como criatura) salió de ella y ella murió (Gé 35:16-19), cesó de ser una criatura viva. De manera similar, cuando el profeta Elías resucitó al hijo de la viuda de Sarepta, el né·fesch(“alma” o vida como criatura) del niño regresó a él y “llegó a vivir”, volvió a ser una criatura viva. (1Re 17:17-23.)
Debido a que la vida de la criatura está ligada inseparablemente a la sangre (la sangre derramada representaba la vida de la persona o criatura [Gé 4:10; 2Re 9:26; Sl 9:12; Isa 26:21]), las Escrituras hablan de que el né·fesch (alma) está “en la sangre”. (Gé 9:4; Le 17:11, 14; Dt 12:23.) Es obvio que esta expresión no tiene un sentido literal, ya que lasEscrituras también hablan de la “sangre de sus almas” (Gé 9:5; compárese con Jer 2:34), y las muchas referencias ya consideradas no podrían aplicarse solo a la sangre o a sus cualidades sostenedoras de la vida.
Né·fesch (alma) no se utilizó con referencia a la vida vegetal, ni durante su creación en el tercer “día” creativo (Gé 1:11-13) ni más tarde, pues la vegetación no tiene sangre.
Algunos ejemplos del uso de la palabra griega psy·kjḗ para referirse a ‘vida como criatura’ pueden hallarse en Mateo 6:25; 10:39; 16:25, 26; Lucas 12:20; Juan 10:11, 15;13:37, 38; 15:13; Hechos 20:10. Los siervos de Dios tienen la esperanza de resucitar en el caso de que mueran, es decir, tienen la esperanza de vivir de nuevo como “almas” o criaturas vivas. Por esa razón, Jesús podía enseñar: “El que pierda su alma [su vida como criatura] por causa de mí y de las buenas nuevas, la salvará. En realidad, ¿de qué provecho le es al hombre ganar todo el mundo y pagarlo con perder su alma? ¿Qué, realmente, daría el hombre en cambio por su alma?” (Mr 8:35-37), y también: “El que tiene afecto a su alma la destruye, pero el que odia su alma en este mundo la resguardará para vida eterna”. (Jn 12:25.) Estos textos, y otros similares muestran cómo deben entenderse las palabras de Jesús en Mateo 10:28: “No se hagan temerosos de los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma; sino, más bien, teman al que puede destruir tanto el alma como el cuerpo en el Gehena”. Aunque los hombres pueden matar el cuerpo, no pueden matar a la persona para siempre, ya que en armonía con el propósito de Dios, esta sigue viva (compárese con Lu 20:37, 38), pues Él restaurará a tal persona fiel a la vida por medio de la resurrección. Los siervos de Dios consideran que perder su “alma” o vida como criatura es algo solo temporal, no permanente. (Compárese con Rev 12:11.)
Mortal y destructible. Por otro lado, Mateo 10:28 dice que Dios “puede destruir tanto el alma [psy·kjḗn] como el cuerpo en el Gehena”, lo que muestra que psy·kjḗ no se refiere a algo inmortal o indestructible. De hecho, no hay ni un solo caso en todas las Escrituras, tanto hebreas como griegas, donde a las palabras né·fesch psy·kjḗ las modifiquen términos como inmortal, indestructible, imperecedero u otros similares. (VéanseINCORRUPCIÓNINMORTALIDAD.) En cambio, hay veintenas de textos en las Escrituras Hebreas y Griegas que hablan de né·fesch psy·kjḗ (alma) como mortal y sujeta a la muerte (Gé 19:19, 20; Nú 23:10; Jos 2:13, 14; Jue 5:18; 16:16, 30; 1Re 20:31, 32; Sl 22:29; Eze 18:4, 20; Mt 2:20; 26:38; Mr 3:4; Heb 10:39; Snt 5:20); que muere, es “cortada” o destruida (Gé 17:14; Éx 12:15; Le 7:20; 23:29; Jos 10:28-39; Sl 78:50; Eze 13:19; 22:27; Hch 3:23; Rev 8:9; 16:3), tanto por espada (Jos 10:37; Eze 33:6) como por “sofocación” (Job 7:15); que está en peligro de morir ahogada (Jon 2:5); que baja al hoyo o al Seol (Job 33:22; Sl 89:48), o que es librada de allí (Sl 16:10; 30:3;49:15; Pr 23:14).
Alma muerta. La expresión ‘alma difunta o muerta’ también aparece varias veces, y simplemente significa “una persona muerta”. (Le 19:28; 21:1, 11; 22:4; Nú 5:2; 6:6; Ag 2:13; compárese con Nú 19:11, 13.)
Deseo. A veces la palabra né·fesch se utiliza para expresar el deseo del individuo, que le llena y luego le empuja a lograr su meta. Por ejemplo, Proverbios 13:2 dice sobre los que tratan traidoramente que ‘su mismísima alma es violencia’, es decir, que son partidarios acérrimos de la violencia, y llegan a ser en realidad la violencia personificada. (Compárese con Gé 34:3, nota; Sl 27:12; 35:25; 41:2.) A los falsos pastores de Israel se les llama “perros fuertes en el deseo del alma”, insaciables. (Isa 56:11, 12; compárese con Pr 23:1-3; Hab 2:5.)
Servicio de toda alma. Tal como se ha mostrado, “alma” significa básicamente toda la persona. Sin embargo, ciertos textos nos exhortan a buscar, amar y servir a Dios con ‘todo nuestro corazón toda nuestra alma’. (Dt 4:29; 11:13, 18.) Deuteronomio 6:5 dice: “Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza vital”. Jesús dijo que era necesario servir con toda el alma y todas las fuerzas y, además, “con toda tu mente”. (Mr 12:30; Lu 10:27.) Ahora bien, surge la pregunta de por qué se mencionan estos otros conceptos junto con el alma si esta los abarca todos. Ilustremos el probable significado: una persona pudiera venderse a sí misma (su alma) en esclavitud a otra persona, de modo que llegara a ser posesión de su dueño y amo. Sin embargo, pudiera ocurrir que no sirviera a su amo de todo corazón, con plena motivación y deseo de agradarle, y que por lo tanto no utilizase todas sus fuerzas o facultades mentales en favor de los intereses de su amo. (Compárese con Ef 6:5; Col 3:22.) Por consiguiente, estas otras facetas probablemente se mencionan para destacarlas, de modo que no las olvidemos o pasemos por alto en nuestro servicio a Dios, a quien pertenecemos, y al servir a su Hijo, cuya vida fue el precio de rescate que nos compró. El servicio a Dios “de toda alma” comprende a toda la persona, sin exclusión de parte alguna del cuerpo, función, capacidad o deseo. (Compárese con Mt 5:28-30; Lu 21:34-36; Ef 6:6-9; Flp 3:19; Col 3:23, 24.)
Alma y espíritu son distintos. El “espíritu” (heb. rú·aj; gr. pnéu·ma) no debería confundirse con el “alma” (heb. né·fesch; gr. psy·kjḗ)pues se refieren a cosas diferentes. Por esa razón, Hebreos 4:12 dice que la Palabra de Dios ‘penetra hasta dividir el alma del espíritu y las coyunturas de su tuétano’. (Compárese también con Flp 1:27; 1Te 5:23.) Como se ha mostrado, el alma (né·fesch; psy·kjḗ) es la criatura misma, mientras que el espíritu (rú·aj; pnéu·ma) por lo general se refiere a la fuerza de vida de la criatura viva o alma, aunque los términos del lenguaje original también pueden tener otros significados.
Para ilustrar mejor la distinción entre las palabras griegas psy·kjḗ pnéu·ma,examinemos la consideración del apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios, en cuanto a la resurrección de los cristianos a vida de espíritu. En ella Pablo contrasta “lo que es físico [psy·kji·kón, literalmente, “animal (de índole de alma)”]” con “lo que es espiritual [pneu·ma·ti·kón]”. De esta manera muestra que hasta el tiempo de su muerte los cristianos tienen un cuerpo “animal [de índole de alma]”, tal como lo tuvo el primer hombre Adán; mientras que al resucitar, los cristianos ungidos reciben un cuerpo espiritual como el del glorificado Jesucristo. (1Co 15:42-49.) Judas hace una comparación en cierto modo similar al hablar de “hombres animales [psy·kji·kói,literalmente, “individuos animales (de índole de alma)”], que no tienen espiritualidad [literalmente, “que no tienen espíritu” (pnéu·ma)]”. (Jud 19.)
Dios como poseedor de alma. En vista de lo supracitado, los textos en los que Dios habla de “mi alma” (Le 26:11, 30; Sl 24:4; Isa 42:1) deben entenderse como otro ejemplo de antropomorfismo, es decir, de atribuir a Dios características físicas y humanas para facilitar la comprensión, como cuando se habla de que Dios tiene ojos, manos, etc. La expresión bíblica ‘mi né·fesch’ referida a Jehová obviamente significa ‘yo mismo’ o ‘mi persona’, pues “Dios es un Espíritu [Pnéu·ma]”. (Jn 4:24; véase JEHOVÁ [Descripciones de su presencia].)

¿Tenemos un alma inmortal?
¿Somos los seres humanos tan solo carne y hueso, o hay también en nosotros una parte inmaterial? ¿Pone la muerte fin a nuestra existencia, o hay algo invisible que continúa viviendo separado del cuerpo?
AUNQUE las religiones del mundo han concebido una desconcertante variedad de doctrinas sobre el más allá, la mayoría de ellas coinciden en una idea fundamental: hay algo dentro de uno que es inmortal, que sigue viviendo tras la muerte del cuerpo. Mucha gente cree que ese “algo” es el alma. ¿Qué cree usted? ¿Somos en parte carne y en parte alma? ¿Qué es el alma? ¿Tenemos un alma inmortal? Es indispensable saber la verdad sobre estas cuestiones.
“El hombre vino a ser alma viviente”
¿Es el “alma” una parte de nuestro ser que se separa del cuerpo en el momento de la muerte y continúa viviendo? De acuerdo con el Diccionario Bíblico Conciso Holman, el término alma a menudo se refiere a “todo el ser humano”. Veamos un caso en Génesis 2:7: “Jehová Dios procedió a formar al hombre del polvo del suelo y a soplar en sus narices el aliento de vida, y el hombre vino a ser alma viviente”. De modo que el primer hombre, Adán, era un alma.
Otros textos bíblicos también respaldan la idea de que el término alma puede referirse a todo el ser humano. Por ejemplo, la Biblia dice que el alma puede trabajar (Levítico 23:30). Asimismo dice que puede impacientarse, irritarse, desvelarse y sentir temor o abatimiento (Jueces 16:16; Job 19:2; Salmo 119:28; Hechos 2:43; 1 Tesalonicenses 5:14). Además, observamos el uso de la palabra alma en el sentido de persona enRomanos 13:1, que exhorta: “Toda alma esté en sujeción a las autoridades superiores”, y en 1 Pedro 3:20, donde leemos: “En los días de Noé, [...] unas pocas personas, es decir, ocho almas, fueron llevadas a salvo a través del agua”. Estos versículos no ofrecen ningún indicio de que el alma sea algo inmaterial que sobreviva al cuerpo.
¿Qué hay de los animales y las plantas? ¿También son almas? Pues bien, observemos cómo describe la Biblia la creación de los animales: “Dios pasó a decir: ‘Enjambren las aguas un enjambre de almas vivientes’”. En el siguiente día creativo, ordenó: “Produzca la tierra almas vivientes según sus géneros, animal doméstico y animal moviente y bestia salvaje de la tierra según su género” (Génesis 1:20, 24). Por ello, tanto los seres humanos como los animales son almas; en cambio, las Escrituras no incluyen a las plantas en la categoría de almas.
El vocablo alma se emplea también con otro sentido. Job 33:22 declara: “Su alma se acerca al hoyo, y su vida a los que infligen muerte”. Aquí se traza un paralelo entre las palabras alma y vida, en el que la primera adopta el sentido de la segunda. De modo que alma se refiere, además, a la vida de la persona. Por eso, cuando leemos en las Escrituras que los enemigos de Moisés “buscaban [su] alma”, entendemos que intentaban matarlo (Éxodo 4:19). Igualmente, Jesucristo dijo que él “vino [...] para dar sualma [es decir, su vida] en rescate en cambio por muchos” (Mateo 20:28).
La definición bíblica de alma es sencilla y coherente: designa a un ser humano, a un animal o a la vida que hay en ellos. Y como veremos, esta conclusión concuerda con lo que las Escrituras indican que le sucede al alma cuando llega la muerte.
‘El alma que peca morirá’
La Palabra de Dios asegura: “El alma que peca... ella misma morirá” (Ezequiel 18:4). En un momento de angustia, el profeta Elías “se puso a pedir que muriera su alma” (1 Reyes 19:4). Jonás también “siguió pidiendo que su alma muriera” cuando estaba sufriendo (Jonás 4:8). Efectivamente, el alma muere cuando la persona muere: no es inmortal. Visto, pues, que la persona y el alma son lo mismo, decir que alguien ha muerto equivale a decir que su alma ha muerto.
Pero ¿qué hay de los pasajes bíblicos en los que se menciona que el alma sale del cuerpo o regresa a él? Cuando la Biblia explica que Raquel murió al dar a luz, lo hace con estas palabras: “Al ir saliendo el alma de ella (porque murió), lo llamó por nombre Ben-oní; pero su padre lo llamó Benjamín” (Génesis 35:18). Y al referirse a la resurrección del hijo de una viuda, 1 Reyes 17:22 dice: “Jehová escuchó la [oración] de Elías, de modo que el alma del niño volvió dentro de él, y llegó a vivir”. ¿Demuestran estos pasajes que el alma sea una parte inmaterial, invisible, que pueda abandonar el cuerpo o volver a él?
Recordemos que uno de los significados de la palabra alma es “vida”. Por lo tanto, elalma de Raquel iba saliendo de ella en el sentido de que su vida se estaba extinguiendo. De hecho, algunas Biblias expresan el sentido de la frase “al ir saliendo el alma de ella” con otras palabras; por ejemplo, “escapándosele ya la vida” (Biblia del nuevo milenio) o “con su último aliento” (Levoratti-Trusso). De modo similar, en el caso del hijo de la viuda, fue su vida lo que volvió a él (1 Reyes 17:23).
La verdadera naturaleza del hombre
Las Escrituras revelan con claridad que el ser humano no tiene un alma, sino que es unalma: esta es la verdadera naturaleza del hombre. Por consiguiente, toda perspectiva de vida después de la muerte depende de la resurrección. La Biblia promete: “No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán [la] voz [de Jesús] y saldrán, los que hicieron cosas buenas a una resurrección de vida, los que practicaron cosas viles a una resurrección de juicio” (Juan 5:28, 29). Es en esta confiable promesa —y no en la doctrina de la inmortalidad del alma— donde radica la verdadera esperanza para los difuntos.
Es muy importante, pues, saber la verdad acerca de la resurrección y de lo que esta supone para la humanidad. También es vital aprender de Dios y de Cristo, pues Jesús dijo en oración: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo” (Juan 17:3). Los testigos de Jehová de su localidad le ayudarán con mucho gusto a estudiar la Biblia para aumentar su conocimiento de Dios y de su Hijo, así como de lo que Dios ha prometido. Lo invitamos a que se ponga en contacto con ellos o a que escriba a los editores de esta revista.



Alma” y “espíritu”: ¿qué significan realmente estas palabras?


CUANDO oye las palabras alma y espíritu, ¿qué le viene a la mente? Muchas personas creen que estos términos definen algo que los seres humanos llevamos dentro, algo que no muere ni puede verse. Opinan que, cuando fallecemos, esa parte invisible de nosotros se separa del cuerpo y sigue viviendo en algún lugar. Como es una idea muy común, la gente suele sorprenderse al aprender que eso no es lo que la Biblia enseña, ni mucho menos. Entonces, ¿qué son el alma y el espíritu según la Palabra de Dios?

LA PALABRA “ALMA” EN LA BIBLIA

Hablemos primero del alma. Como usted recordará, casi toda la Biblia se escribió originalmente en hebreo y griego. Al referirse al alma, los escritores bíblicos emplearon el término hebreo néfesch y el griego psykjé. En conjunto, los dos aparecen más de ochocientas veces en las Escrituras, y la Traducción del Nuevo Mundo los traduce siempre por “alma”. ¿Cómo se usan en la Biblia las palabras “alma” y “almas”? Se refieren básicamente a 1) las personas, 2) los animales o 3) la vida que tienen tanto las personas como los animales. Veamos varios pasajes que muestran estos tres sentidos.
Personas. “En los días de Noé, [...] unas pocas personas, es decir, ocho almas, fueron llevadas a salvo a través del agua.” (1 Pedro 3:20.) Aquí está claro que “almas” quiere decir seres humanos: Noé, su esposa, sus tres hijos y sus nueras. Además, en Éxodo 16:16 se dio este mandato a los israelitas: “Recojan [el maná] [...] según el número de almas que tenga cada uno de ustedes en su tienda”. En otras palabras, la cantidad de maná dependería del tamaño de la familia. Las palabras “alma” o “almas” también se refieren a personas en pasajes tales como Génesis 46:18, Josué 11:11, Hechos 27:37 yRomanos 13:1.
Animales. En el relato bíblico de la creación leemos: “Dios pasó a decir: ‘Enjambren las aguas un enjambre de almas vivientes, y vuelen criaturas voladoras por encima de la tierra sobre la faz de la expansión de los cielos’. Y Dios pasó a decir: ‘Produzca la tierra almas vivientes según sus géneros, animal doméstico y animal moviente y bestia salvaje de la tierra según su género’. Y llegó a ser así” (Génesis 1:20, 24). A los peces, animales domésticos y animales salvajes se los llama en este pasaje con la misma palabra: “almas”. A las aves y otros animales también se les aplica este término en Génesis 9:10,Levítico 11:46 y Números 31:28.
La vida de la persona. A veces, la palabra “alma” se refiere a la vida de alguien. Por ejemplo, Jehová le dijo a Moisés: “Han muerto todos los hombres que buscaban tu alma” (Éxodo 4:19). ¿Qué era lo que buscaban los enemigos de Moisés? Querían quitarle la vida. También leemos que, muchos años antes, cuando Raquel estaba dando a luz a su hijo Benjamín, le fue “saliendo el alma de ella (porque murió)” (Génesis 35:16-19). Entonces, Raquel perdió la vida. Pensemos, además, en estas palabras de Jesús: “Yo soy el pastor excelente; el pastor excelente entrega su alma a favor de las ovejas” (Juan 10:11). Jesús entregó su alma, es decir, su vida, a favor de la humanidad. En todos los anteriores pasajes, la palabra “alma” se refiere claramente a la vida de alguna persona. Encontramos más ejemplos de este sentido del término “alma” en 1 Reyes 17:17-23,Mateo 10:39, Juan 15:13 y Hechos 20:10.
Si continúa estudiando la Palabra de Dios, verá que no hay en ella ni un solo versículo que combine la palabra “alma” con otras como “inmortal” o “eterna”. Por el contrario, las Escrituras muestran que el alma es mortal, que ciertamente muere (Ezequiel 18:4, 20). Eso explica que la Biblia se refiera a un cadáver con la expresión “alma muerta” (Levítico 21:11).

¿QUÉ ES EL “ESPÍRITU”?

Veamos ahora cómo emplean las Escrituras el término “espíritu”. Algunas personas creen que se usa como equivalente de “alma”. Pero no es así. La Biblia deja claro que el “espíritu” y el “alma” son dos cosas distintas. ¿En qué se diferencian?
Los escritores bíblicos usaron el término hebreo rúaj y el griego pnéuma para referirse al “espíritu”. La propia Biblia aclara qué sentido tienen. Por ejemplo, Salmo 104:29 dirige este comentario a Jehová: “Si les quitas su espíritu [rúaj], expiran, y a su polvo vuelven”. Además, Santiago 2:26 declara que “el cuerpo sin espíritu [pnéuma] está muerto”. En estos versículos, está claro que la palabra “espíritu” se refiere a lo que infunde vida al cuerpo, pues sin él estaría muerto. Por esta razón, la palabra rúaj no solo se traduce en la Biblia “espíritu”, sino también “fuerza”, es decir, fuerza de vida. Así, Dios dijo lo siguiente sobre el Diluvio de Noé: “Voy a traer el diluvio de aguas sobre la tierra para arruinar de debajo de los cielos a toda carne en la cual está activa la fuerza [rúaj] de vida” (Génesis 6:17; 7:15, 22). Por consiguiente, el “espíritu” se refiere a una fuerza invisible, a la chispa de la vida que anima a todas las criaturas.


Aparato de radio desconectado y sin pilas
El alma no es lo mismo que el espíritu. El cuerpo necesita el espíritu para funcionar, de manera muy parecida a como un aparato de radio necesita la electricidad. Pensemos en un aparato de radio portátil. Cuando le ponemos pilas, la electricidad almacenada en ellas pone en marcha el aparato. Sin pilas, sencillamenteno funciona. Y ese es también el caso de los aparatos de radio que se conectan a un enchufe. Pues bien, ocurre algo parecido con el espíritu: es la fuerza que imparte vida al cuerpo. Lo mismo que la electricidad, no tiene sentimientos ni puede pensar. En efecto, el espíritu es una fuerza impersonal. Sin embargo, cuando nuestros cuerpos dejan de tener este espíritu, o fuerza vital, ocurre como dijo el salmista: “Expiran, y a su polvo vuelven”.
Eclesiastés 12:7 dice que, al morir el hombre, “el polvo [del cuerpo] vuelve a la tierra justamente como sucedía que era, y el espíritu mismo vuelve al Dios verdadero que lo dio”. Cuando el espíritu, o fuerza vital, abandona el cuerpo, este muere y regresa a su origen: la tierra. De igual modo, la fuerza vital regresa a su origen: Dios (Job 34:14, 15;Salmo 36:9). Pero esto no quiere decir que la fuerza vital realmente viaje hasta el cielo. Más bien, significa que, cuando alguien muere, es Jehová quien decide si vivirá o no en el futuro. Por así decirlo, su vida queda en manos de Dios. El poder divino es lo único que puede devolver a alguien el espíritu, o fuerza vital, de modo que vuelva a vivir.
¡Cuánto nos tranquiliza saber que eso es lo que Dios hará con las personas que descansan en “las tumbas conmemorativas”! (Juan 5:28, 29.) Cuando llegue el momento de resucitarlas, Jehová les formará nuevos cuerpos y hará que vuelvan a la vida infundiéndoles espíritu, o fuerza vital. ¡Qué felicidad habrá!
Si desea aprender más sobre el uso de los términos “alma” y “espíritu” en la Biblia, encontrará información útil en el folleto ¿Qué nos sucede cuando morimos? y en las páginas 32 a 36 y 136 a 140 del libro Razonamiento a partir de las EscriturasAmbas publicaciones están editadas por los testigos de Jehová.


MENTE
Facultad del cerebro que permite reunir información, razonar y extraer conclusiones. El término “mente” traduce varias palabras griegas afines que expresan cualidades de la mente, tales como juicio, percepción, inteligencia, raciocinio, pensamiento, intención, recuerdo, estado mental, opinión, inclinación y actitud. A veces, donde algunas versiones traducen “mente”, otras emplean los términos descriptivos o específicos ya mencionados. En las Escrituras Hebreas algunas versiones traducen por “mente” las palabras hebreas que propiamente significan “corazón”, “alma” y “espíritu”. (Compárese con Dt 4:39, nota;Da 5:21Val; Pr 23:7Val, 1989; Eze 20:32DK; Mod; CORAZÓN.)
‘Sean hechos nuevos en la fuerza que impulsa su mente.’ La inclinación natural de la mente del hombre imperfecto tiende al pensar incorrecto. La Biblia denomina esta inclinación “mente carnal” (Val) o “disposición de ánimo carnal” (NM). (Col 2:18.) A los cristianos se les recuerda que antes eran enemigos de Dios porque ocupaban sus mentes en obras que eran inicuas. (Col 1:21.)
La mente del hombre “físico” (literalmente, “animal [de índole de alma]”), distinto del hombre “espiritual”, tiende hacia lo material. La fuerza que impulsa su mente es el resultado en parte de la herencia y en parte de lo que se le ha enseñado y lo que ha experimentado. Cuando se le presenta una cuestión, esta fuerza presiona o impulsa su mente en una dirección materialista o carnal. Por lo tanto, a los cristianos se les dice que “deben ser hechos nuevos en la fuerza [espíritu] que impulsa su mente”. (Ef 4:23.) Esta fuerza impulsora puede transformarse con un estudio de la Palabra de verdad de Dios y mediante la actuación de Su espíritu, de manera que la actitud mental dominante de la persona se incline en la dirección correcta. Entonces, ante una determinada cuestión, esta fuerza inclinará a la mente al debido proceder espiritual. (1Co 2:13-15.) Tal persona adquiere “la mente de Cristo”, cuya inclinación mental siempre fue espiritual. (1Co 2:16;Ro 15:5.)
El simple conocimiento o facultad intelectual no es suficiente para que alguien disfrute del favor divino. Estas cosas por sí mismas no rehacen la mente para que alguien haga la voluntad de Dios. (Ro 12:2.) Jehová dice: “Haré perecer la sabiduría de los sabios, y echaré a un lado la inteligencia de los intelectuales”. (1Co 1:19.) Se requiere la ayuda del espíritu de Dios para conseguir entendimiento (Pr 4:5-7; 1Co 2:11), sabiduría y buen sentido verdaderos. (Ef 1:8, 9.)
La ‘ley de la mente’. El apóstol Pablo llama ley de la mente a la que controla el funcionamiento de esta mente renovada en armonía con la “ley de Dios”, en la que se deleita la nueva mente. Pero la “ley del pecado”, que actúa en la carne caída, lucha contra la ‘ley de la mente’, de manera que hay un conflicto constante dentro del cristiano. ¿Puede salir victorioso? Sí, “¡gracias a Dios mediante Jesucristo nuestro Señor!”. La bondad inmerecida de Dios concede el perdón por los pecados de la carne sobre la base del sacrificio de rescate de Cristo y además proporciona la ayuda del espíritu santo. La situación del cristiano es diferente de la de aquellos que no lo son, como lo resume Pablo: “Así pues, con mi mente yo mismo soy esclavo a la ley de Dios, pero con mi carne a la ley del pecado”. (Ro 7:21-25; Gál 5:16, 17.)
¿Cómo puede la mente salir victoriosa de esta batalla? El apóstol Pablo lo aclara aún más con las siguientes palabras: “Los que están en conformidad con la carne fijan la mente en las cosas de la carne; pero los que están en conformidad con el espíritu, en las cosas del espíritu. Porque el tener la mente puesta en la carne significa muerte, pero el tener la mente puesta en el espíritu significa vida y paz; porque el tener la mente puesta en la carne significa enemistad con Dios, porque esta no está sujeta [la carne caída, imperfecta] a la ley de Dios, ni, de hecho, lo puede estar [...]. Por eso, si el espíritu del que levantó a Jesús de entre los muertos mora en ustedes, el que levantó a Cristo Jesús de entre los muertos vivificará también sus cuerpos mortales mediante Su espíritu que reside en ustedes”. (Ro 8:5-11.)
La “intención” del espíritu. En Romanos 8:26, 27, Pablo explica que quizás en algunas ocasiones los siervos de Dios no sepan exactamente qué pedir en oración como necesitan hacerlo. Pero Dios sabe que desean que se cumpla Su voluntad, y sabe también lo que sus siervos necesitan. En el pasado Dios hizo que se registraran en su Palabra muchas oraciones inspiradas que expresaban su voluntad o su interés en ellos. De modo que Él acepta estas oraciones inspiradas como si fueran lo que su pueblo debiera desear y pedir en oración, y las contesta. Dios conoce a los de corazón recto y también conoce el significado de las cosas que hizo que su espíritu hablara mediante los escritores de la Biblia. Sabe cuál es “la intención [mente, pensamiento] del espíritu” cuando el espíritu “aboga” o intercede de este modo por ellos.
Amar con la mente. Jehová predijo que haría un nuevo pacto bajo el cual el espíritu santo obraría para escribir Sus leyes en la mente y corazón de Su pueblo. (Heb 8:10;10:16.) De esta manera pueden cumplir aquello de lo que pende toda la Ley y los profetas, a saber, ‘amar a Jehová su Dios con todo su corazón y con toda su alma y con toda su mente, y a su prójimo como a sí mismo’. (Mt 22:37-40; Lu 10:27, 28.) Se debe amar a Dios con todo el corazón (los deseos, sentimientos y emociones de la personalidad interior), con toda el alma (la vida y todo el ser) y con toda la mente (las facultades intelectuales)Esta última frase significa que los siervos de Dios no solo deben amar con sentimientos, emociones y fuerza, sino que también deben emplear su mente de forma concienzuda para adquirir conocimiento de Dios y Cristo (Jn 17:3), conseguir entendimiento (Mr 12:33; Ef 3:18), servir a Dios y sus propósitos, y participar en declarar las buenas nuevas. Se les aconseja que “mantengan la mente fija en las cosas de arriba” (Col 3:2), que “fortifiquen su mente para actividad” y “mantengan completamente su juicio”. (1Pe 1:13.) El apóstol Pedro vio la importancia de ‘despertar sus facultades de raciocinio claro’ para tener presentes las cosas aprendidas. (2Pe 3:1, 2.) Asimismo, deben ‘tener muy presente la presencia del día de Jehová’. (2Pe 3:11, 12.)
Cuando habló de los dones milagrosos del espíritu que actuaron en la congregación cristiana primitiva, Pablo destacó la necesidad de utilizar la mente. Dijo que en el caso de que orase en una lengua que no pudiera traducir, su mente sería infructífera. Además, si cantara alabanzas así, ¿cómo ayudaría al oyente que no entendiese la lengua? Por consiguiente, dijo que prefería hablar cinco palabras con su mente, con el fin de instruir a otros, que diez mil en una lengua; después estimuló a sus hermanos para que llegaran a estar plenamente desarrollados en facultades de entendimiento. (1Co 14:13-20.)
A los siervos de Jehová se les manda que estén “aptamente unidos en la misma mente y en la misma forma de pensar”. (1Co 1:10; Flp 2:2; 1Pe 3:8.) Por supuesto, esto significa unidad en lo relacionado con los intereses de la adoración pura, las cosas importantes, no en gustos personales o en asuntos de menor importancia, que se resolverán en el momento en que se adquiera la madurez. (Ro 14:2-6, 17.) Tienen que ser “de la misma mente en el Señor” (Flp 4:2); no deben disputar, sino continuar “pensando de acuerdo”. (2Co 13:11.)
Los cristianos tienen que esforzarse por conocer mejor a Dios en todo aquello en lo que Él se ha pronunciado. (Ro 11:33, 34; 16:25, 26.) También deben tener la actitud mental de obediencia y humildad de Jesucristo; de este modo tendrán “la mente de Cristo”. (1Co 2:15, 16.) Pedro aconseja: “Puesto que Cristo sufrió en la carne, ustedes también ármense de la misma disposición mental”. (1Pe 4:1.)
Una mente embotada o corrupta. En el monte Sinaí, los israelitas tenían sus facultades mentales embotadas debido a que no habían vuelto sus corazones completamente a Jehová; y lo mismo ocurrió con aquellos que se mantuvieron bajo la Ley después de que Dios la abolió por medio de Jesús. (2Co 3:13, 14.) No reconocieron que Jesús era aquel a quien señalaba la Ley. (Col 2:17.) En cuanto a los hombres que no aprobaron tener a Dios en conocimiento exacto, sino que adoraron las cosas creadas, “Dios los entregó a un estado mental desaprobado”, quedando mentalmente en oscuridad y haciendo todo tipo de cosas inútiles e impropias. (Ro 1:28; Ef 4:17, 18.) Los hombres de mente corrupta resistieron la verdad incluso en el tiempo de Moisés, y más tarde tales hombres lucharon contra el cristianismo verdadero, algunos hasta alegaron que eran cristianos, pero intentaron dividir y perturbar las congregaciones. (2Ti 3:8; Flp 3:18, 19; 1Ti 6:4, 5.) Esa clase de personas tienen las mentes y conciencias contaminadas y nada es limpio para ellas; por lo tanto, hablan sin provecho en su intento de embaucar las mentes de los cristianos verdaderos y esclavizarlos a opiniones humanas. (Tit 1:10-16.) Por esta razón, es esencial que todos los cristianos, en particular los que están en puestos de responsabilidad, sean de juicio sano. (Ro 12:3; 1Ti 3:2; Tit 2:6; 1Pe 4:7.)
El “dios de este sistema de cosas”, el Diablo, ciega las mentes de los incrédulos a la iluminación de las buenas nuevas acerca del Cristo. (2Co 4:4.) Por lo tanto, existe el peligro de que este archienemigo de Dios pueda seducir a los cristianos con su astucia ycorromper sus mentes “de la sinceridad y castidad que se deben al Cristo”. (2Co 11:3.) Por este motivo, es necesario que los cristianos demuestren unidad de mente, sean razonables y sigan orando para que la paz de Dios “que supera a todo pensamiento” guarde sus facultades mentales por medio de Cristo Jesús. (Flp 4:2, 5-7.)
Curar y abrir la mente. Jesús devolvió el juicio a un endemoniado, lo que mostró su poder para hacerlo incluso en el caso de las personas a las que los demonios habían enloquecido. (Mr 5:15; Lu 8:35.)
Jesús también puede abrir las mentes de los que tienen fe para que capten el significado de las Escrituras. (Lu 24:45.) Las personas tímidas o las que se sienten inferiores intelectualmente pueden obtener consuelo de las palabras del apóstol Juan: “Sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado capacidad intelectual para que adquiramos el conocimiento del verdadero [Jehová Dios]”. (1Jn 5:20.)
Pablo mostró a la congregación corintia que tenía juicio sano, aunque pareciera que ‘había perdido el juicio’ cuando se jactaba de sus credenciales como apóstol, algo que un cristiano normalmente no haría. Les aclaró que se vio obligado a hacerlo para que se volviesen a Dios y no fueran desviados. Esto se debía a que habían acudido a apóstoles falsos que los estaban apartando del buen camino. (2Co 5:13; 11:16-21; 12:11, 12, 19-21; 13:10.)



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